Catalina la grande - Carolly Erickson

Cuando la princesa alemana Sofía de Anhalt-Zerbst viajó por primera vez a la Rusia de la emperatriz Isabel, nadie, ni ella misma, imaginó que la tímida muchacha de apenas catorce años se transformaría en la poderosa Catalina la Grande. Desde el momento en que aceptó casarse con el heredero al trono de Rusia se vio envuelta en un torbellino de intrigas y pasiones, pero con su inteligencia, seguridad en sí misma, atractivo y obstinación, consiguió resistir la andanada de agresiones psicológicas de su esposo y de una corte extravagante que hubiera destruido un espíritu más débil. Así, Sofía emergió triunfal como la Emperatriz Catalina II de Rusia.

Utilizó su talento y sagacidad para desarrollar el arte de gobernar, y sus logros fueron prodigiosos. Consiguió extender las tierras de Rusia, incrementó el prestigio de su país en Europa y, frente al caos que heredó de sus predecesores, impuso un largo proceso de orden legal, institucional y político. Sin embargo, pocas figuras históricas han sido tan vilipendiadas como la de ella. En la Corte corrían rumores que había ordenado el asesinato de su esposo, y se la acusaba de conducta inmoral, depravada y licenciosa hasta la ninfomanía.